Nuestra Historia
Una empresa familiar
FUSTES GILABERT S.A., una empresa familiar y un icono de la prosperidad y el crecimiento desde 1918. Un negocio al alcance de los profesionales de la madera, la construcción, la decoración; y de todos los particulares en general, tanto al mayor como al detalle.
A través de estas lineas, queremos plasmar su historia generacional como homenaje a nuestros ancestros. Remarcando aquello que mejor nos define: la filosofía, la experiencia y el conocimiento de la industria de la madera. Todo ello, se traduce en una seria apuesta por la calidad. Fruto de una pasión que se reaviva generación tras generación, del prestigio que ha ido consolidando con los años y de una constante renovación e implementación de nuevas tecnologías.
Queremos hablaros de nuestras instalaciones: más de 5.000 m² de almacén y exposición; donde cortamos a medida, canteamos y mecanizamos todo tipo de maderas. Además, incorporamos servicios de ferretería y bricolaje en general, para cubrir todas las necesidades de nuestros clientes. Y así, ofrecer una atención personalizada y un servicio de primerísimo nivel.
100 AÑOS DE EXPERIENCIA
El sentido de una conmemoración
todo empezó en el año 1918...
Sin ningún tipo de dudas el fonógrafo de Thomas A. Edison fue uno los grandes inventos del inicio del siglo XX. Una novedad que, dio la vuelta al mundo y, en cierto modo, lo transformó. ¿En qué sentido hasta qué punto? Pues, gracias a la nueva y revolucionaria técnica, la audición podía hacerse cómodamente en casa.
Se preguntarán qué relación tiene la llegada del gramófono con el aniversario de un almacén de madera. La respuesta es los descubrimiento resolutivos, cambian la vida de las personas y transforman los hábitos sociales. Jaume Gilabert i Ruich era músico, en concreto violinista. En aquellos años inaugurales del siglo se ganaba modestamente la vida gracias a una pequeña tienda de venta y reparación de instrumentos musicales situada en la barcelonesa calle Sant Pau. Además, dirigía una Orquesta de Cámara llamada Unió Armónica y ocupaba una plaza de violinista en la Orquesta Sinfónica del Liceo. Parecía tener la vida asegurada cuando la difusión del gramófono puso en peligro su supervivencia y la de su familia. Las pequeñas formaciones musicales como la de Jaume Gilabert fueron extinguiéndose lentamente y su desaparición arrastró tras ellas la tienda de la calle Sant Pau.
Estamos en el año 1918. Aconsejado por algunos buenos amigos, Jaime Gilabert toma la determinación de cambiar de negocio y es entonces cuando se constituye el almacén Fustes Jaume Gilabert, situado en un solar de la calle Mallorca de Barcelona, prácticamente al amparo de las espectaculares torres del templo que Gaudí dedicó a la Sagrada Familia.